Parquímetro: el controlador de aparcamiento que inventó un periodista
Muchos hubieran deseado que no durase tanto tiempo, pero lo cierto es que el parquímetro cumple este año la friolera cifra de 81 años. Y no parece que nos vayamos a librar pronto del indeseable pero práctico servicio de estacionamiento regulado. El dato curioso de su invención lo aporta su creador, un periodista de Nuevo México llamado Carl C. Magee.
Este personaje había jugado un papel esencial en destapar el escándalo de Teapot Dome en el que Albert B. Fall, en aquel entonces secretario de interior, fue amablemente “convencido” para alquilar tierras de terreno público a compañías de petróleo y él a cambio, en agradecimiento por su decisión, recibiría regalos y préstamos.
Después de escribir sobre la corrupta situación del gobierno de Nuevo México, Magee escribió otros tantos artículos sobre la perversión del poder judicial e incluso fue juzgado y absuelto por homicidio tras disparar a uno de los jueces nombrado en sus artículos durante un altercado en un hotel de Las Vegas. Libre de todas ataduras carceleras, el periodista decidió empezar una nueva vida en Oklahoma con un periódico del mismo nombre de la ciudad, el Oklahoma News.
Asentado en la ciudad y motivado con su nuevo proyecto, Magee solo veía un impedimento a su felicidad y era los pocos sitios libres que había en la zona urbana. La falta de aparcamiento era un quebradero de cabeza para él y la única solución que encontró fue el fabuloso sistema de pago por estacionamiento Park-o-meter. El diseño corrió a la cuenta de Goerge Thuesen y Gerald A. Hale quienes bautizaron su primer parquímetro como María Negra allá por 1935, y que hoy es expuesto en la galería de Statehood de la Sociedad Histórica de Oklahoma.
María Negra tomaba el color del futuro de quienes estaban acostumbrados a aparcar durante días en el centro sin dificultad alguna. Como si de un huracán se tratara, el parquímetro despejó los aparcamientos de la ciudad y estableció una jerarquía de pago por horas en la, hasta entonces, anárquica carretera estadounidense. Por si había algún despitado, los aparatos se colocaban a una distancia de 0,30 metros, uno por coche.
Tras su inauguración en el mes de mayo de 1935, el primer parquímetro abrió un acalorado debate en la sociedad estadounidense pero las quejas fueron desapareciendo y la resignación tomó poco a poco su lugar.
Dentro de los afortunados destacan los comerciales locales, quienes se vieron beneficiados por el cambio rutinario de conductores frente a sus tiendas que generaba el servicio y, por tanto, un favorable cambio de consumidores. Cinco años más tarde, el invento se habría multiplicado por miles, cubriendo más de 140.000 metros de estacionamiento regulado.
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