Killdozer, el destructor de 61 toneladas creado para vengarse
Esta hilarante historia comenzó en Granby, Colorado, cuando Marvin Heemeyer compró en 1992 un pequeño terreno a una gestora de propiedades embargadas para montar allí su negocio de reparación de escapes. Este respetado soldador, que compró la finca por 42.000 dólares, recibió una oferta de una cementera por 250.000 dólares pero la codicia le superó.
Aunque Heemeyer aceptó la oferta en un primer momento, luego decidió elevarla hasta los 375.000 para más tarde subir hasta un millón de dólares. Esta cifra millonaria llevó a la empresa cementera a desistir y no firmar el contrato. Esta fue la primera semilla que germinaría en destrucción más tarde.
Llegamos así al año 2001, momento en el que el ayuntamiento de Granby asignó los terrenos contiguos a su taller a una empresa de cemento, lo que conllevó el aislamiento de la propiedad de Heemeyer. Esto conllevó el bloqueo sistemático tanto del taller como de su desagüe.
Heemeyer intentó impedir la construcción de la cementera a través de peticiones oficiales así como pedir el uso de 2,5 metros de terreno de la cementera para construir un nuevo desagüe. Pero le denegaron todas las peticiones así como un acceso alternativo a su taller. Y fue así como la bola destructora comenzó a hacerse más grande.
Por si fuese poco, el ayuntamiento le puso una multa de 2.500 dólares por no tener un desagüe, ese mismo que le habían denegado construir. ¡Puf! Un suma y sigue que llevó a Heemeyer a tomarse la justicia por su mano en un acto de venganza que no te vas a creer y del que no salió muy bien parado.
“Era como una película mala. Esperas a que Arnold Schwarzenegger aparezca de la nada para solucionarlo todo. No podía creer lo que estaban viendo mis ojos”, explica en este vídeo el alcalde del condado Ted Wang.
Este soldador estadounidense cerró su negocio y durante 18 meses comenzó a fabricar, de forma casera un Killdozer (nombre que le pusieron los periodistas como homenaje a una película del año 1974) blindado de 61 toneladas con las piezas de un Komatsu D355A. El propio Heemeyer lo calificó como un “acto de Dios” contra los que le habían arruinado la vida. “Es algo que creó deliberadamente para destruir a su comunidad. Es como estar en una guerra”, agregó el alcalde.
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