Davis Divan, el coche sofá sobre tres ruedas
Pongámonos en situación. Los Estados Unidos de 1945. Durante la Segunda Guerra Mundial el país más importante del mundo lo había pasado mal. Imperaba la austeridad. Desde el azúcar a la gasolina estaban racionadas por el gobierno. Las ventas de coches simplemente no existían y los coches que había eran del periodo prebélico, constamemente reparados.
Cuando se produjo el fin de la guerra fue como contener un tsunami de ganas de poseer coche. La industria automovilística no estaba preparada para el aluvión de pedidos y los proyectos de nuevos vehículos se basaban en antiguos chasis y diseños. Apenas se salvaba el Chevrolet StyleMaster Club Coupé. En un escenario así, comenzaron a florecer a partir de 1945 pequeños fabricantes que querían satisfacer el ansia de automóvil de la población. La mayoría no pasó de un prototipo para convencer a inversores potenciales. Otros ni siquiera llegaron tan lejos.
Las ideas de estos advenedizos eran realmente sorprendentes. Merecerían un reportaje aparte, porque su variedad y fecundidad da para ello. En ese escenario nsurgió en 1948 el Davis Divan. Sí, divan como “asiento alargado para recostarse o tumbarse”, que dice la RAE. Era un extraño vehículo de tres ruedas cuya principal característica era su generosa banqueta delantera, capaz de transportar a cuatro pasajeros, la más ancha del mercado.
Este modelo a contracorriente, tenía un planteamiento eminentemente práctico. Despertó mucho interés en la opinión pública e incluso llamó la atención del Ejército de EE.UU., que encargó algunas unidades. ¿Y cómo surgió? Pues donde menos imaginas, en las 500 Millas de Indianápolis. En ellas había participado Joel Thorne, un millonario piloto californiano un tanto excéntrico que conocía bien a Frank Kurtis, un hábil mecánico que acabaría creadno Kurtis-Kraf.
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