El reto de las llantas ecológicas: ahorro vs. seguridad

Las nuevas normativas en distintos países del mundo exigen cada vez más, neumáticos que reduzcan el rozamiento y el ruido de rodadura. Se busca, por tanto, neumáticos ecológicos, pero ¿también son seguros? Desgraciadamente la respuesta es que, a veces, no...

Aunque por fuera todos son negros y redondos, cada fabricante de llantas tiene su propia receta para la composición de sus gomas. La combinación específica de caucho, hollín, aceite, azufre, sílice y numerosos añadidos químicos es un secreto de cada marca.

Según las dosis aplicadas varían propiedades como la adherencia en mojado, la resistencia a la abrasión o el rozamiento. Lo que pasa es que cuando favorecen la resistencia a la fricción, se perjudica la adherencia. Y cuando el agarre es mayor, el consumo de gasolin aumenta. Una cifra interesante: un rozamiento 25 por ciento menor ahorra, tras 25.000 km, 88 litros (para un coche con un consumo medio de 7,0 l/100 km).

Es el clásico conflicto con el que deben lidiar los fabricantes, especialmente con sus modelos ecológicos, que están destinados a ahorrar combustible. Pero de lo que no cabe duda es que estos neumáticos verdes son el futuro y por eso todas las marcas se esfuerzan en cumplir con los requisitos impuestos, por ejemplo, desde la Unión Europea.

Sin embargo, esta es aún una tecnología en desarrollo, por lo que se espera que la calidad aumente conforme pase el tiempo, y que se pueda alcanzar un mayor rendimiento sin que se sacrifique seguridad y visceversa.