Friday, January 6, 2017

7 razones por las que suenan los frenos


Uno de los sonidos más incómodos que podemos sentir en nuestro carro es ese chillido espantoso que algunas veces producen los frenos, que nos genera un alto nivel de estrés y una preocupación extrema porque no sabemos si estamos a punto de quedarnos sin ellos y sufrir un accidente.
Sin embargo este es un fenómeno común en todos los sistemas de frenado, ya que están diseñados para funcionar por rozamiento por fricción. Pueden ser varios los motivos que hacen sonar nuestros frenos, con consecuencias y fallos que tienen diferentes grados de gravedad.
– Pastillas de freno gastadas. Por supuesto es en lo primero en lo que pensamos y posiblemente es la causa más frecuente, algunas tienen unas tiras que comienzan a emitir un chillido cuando queda al descubierto, o directamente oímos el sonido al rozar los discos. Esto nos pone en una situación peligrosa porque disminuye la capacidad de frenado, además porque pueden averiar otras piezas del sistema de frenado.
 – Suciedad acumulada. La suciedad se puede ir acumulando en el sistema de frenado por el material de fricción desprendido de la pastilla y que se queda en los émbolos limitando el desplazamiento de la pastilla, lo que ocasiona desgaste excesivo, altas temperaturas, menor capacidad de frenado y mayor consumo de combustible.
– Polvo y humedad. La acumulación de polvo en las pastillas normalmente es ocasionada por un tiempo prolongado sin usar el carro y la humedad se suele presentar en las mañanas. En ambos casos notaremos los chirridos en las primeras frenadas, pero irán desapareciendo con el uso.
– Abuso del sistema de frenado. Ya sea por tener el mal hábito de pisar siempre el freno en seco en lugar de ir disminuyendo la velocidad de manera progresiva o por frenadas frecuentes mientras vamos conduciendo por una pendiente, este abuso del sistema provoca que las pastillas excedan su límite de temperatura de trabajo y se cristalice la superficie de contacto con el disco, que también puede calentarse exageradamente perdiendo su capacidad de frenada.
– Discos en mal estado. Unos discos de freno mal rectificados, de mala calidad o que se han deformado por el uso continuo de pastillas de freno muy gastadas o por el daño de cualquier otra pieza del sistema de frenado, van a generar un chillido bastante fuerte que no va a mejorar solamente con cambiar las pastillas, sino que nos obligará a cambiar los discos y revisar el estado del resto de piezas.
– Exceso de temperatura en frenos nuevos. Unas pastillas nuevas necesitan cierto tiempo de rodaje para amoldarse a unos discos usados, en el que es recomendable conducir sin aceleraciones rudas que nos obliguen a frenar bruscamente de manera constante, porque si abusamos de los frenos lo único que lograremos será deformar la capa de resina que recubre las pastillas nueva generando los chillidos y tendremos que ir a que las lijen.
– Vibraciones entre las pastillas y los discos: Algunas veces las vibraciones que se producen entre las pastillas y los discos pueden hacer que oigamos esos molestos chillidos, aunque las dos piezas estén en buen estado. Normalmente las pastillas traen unas almohadillas de teflón que se adhieren a la parte trasera de la pastilla para evitar que vibre.

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