Volvo Tundra: el concept sueco de Bertone nacionalizado francés
El Volvo Tundra es uno de esos modelos con una curiosa historia detrás en la que hay implicados nada menos que cuatro países y tres marcas. Se acercaba el final de la década de los 70 y la marca sueca quería un modelo para suceder al Volvo 262C. Buscaban algo rompedor, así que encargaron el diseño de la criatura a Bertone, el carrocero italiano.
No creas que este diseño italiano, “refrito” de una propuesta inglesa, convenció a los suecos. No tenía apenas nada que ver con las líneas imperantes en la marca, hasta entonces muy conservadora. Era demasiado futurista, con muchas ideas características de Bertone, como la eliminación del pilar delantero, fundiendo parabrisas y ventanillas laterales, un morro muy afilado con una parrilla descentrada, techo asimétrico y los faros escamoteables. Una especie de Neymar en una convección de mormones.
Se había realizado sobre la base del Volvo 343, del que tomaba prestado su apartado mecánico, un motor 1.4 litros atmosférico que enviaba sus 70 CV a las ruedas traseras. Pero ojo, que podría haber equipado también un bloque V6 de 2,6 litros y 125 CV. El objetivo era crear un modelo asequible… pero con versiones deportivas para el gran público.
Si por fuera era arriesgado, el interior todavía más. El tablero de instrumentos incorporaba un velocímetro con vectores en un plano cartesiano. Era totalmente digital, una moda iniciada por el Lagonda y que en la década de los 80 veríamos en coches muy populares, como el Fiat Uno o el Opel Kaddet… pero demasiado futurista para Volvo.
Así pues, Volvo abandonó la idea, pero Gandini veía posibilidades en este diseño y volvió a intentar colocarlo una vez más. Retomaron la idea de un cinco puertas y se lo presentaron a Citroën. Y, como reza el refrñán, a la tercera fue la vencida. Nacía así el Citroën BX, un modelo realmente exitoso en toda Europa, que llegó a vender 2.315.739 unidades en los doce años que estuvo en venta.
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