El Ford Model 18 Speedster de Edsel Ford
Todo el mundo que es algo apasionado de los coches conoce la historia de Henry Ford, el fundador de la célebre marca del óvalo. Fue él quien hizo del coche un bien accesible para la mayoría de la población con el Ford Model T, un coche sencillo y práctico, producido de manera masiva y eficiente. Su hijo, Edsel B Ford fue presidente de Ford Motor Company desde que cumplió 25 años hasta su muerte, en mayo de 1943.
Y es que Edsel era un apasionado del automóvil. A diferencia de su padre, criado en una granja y que valoraba la practicidad sobre cualquier otra cosa, Edsel valoraba enormemente la estética. En su garaje contaba con un Bugatti, un Hispano-Suiza, un Stutz, un Model T modificado… En su cabeza golpeaba la idea de crear un deportivo de Ford, siguiendo el diseño de los coches de carreras que había visto en su viaje a Europa de 1932.
Tras ese viaje, se puso manos a la obra con Eugene T. Gregorie, a quien había contratado tras quedar fascinado con sus bocetos de yates y lanchas, y que había trabajado previamente en Brewster & Company y en el estudio del mítico Harley Earl de General Motors. Entre ambos crearían este Ford Model 18 Speedster que en nada se parecía a los utilitarios del fundador de la compañía.
Debido al poder de Edsel, este proyecto contó con acceso libre a la división aeronáutica de Ford en sus periodos de inactividad, y debido a la gran depresión, pudieron emplear la planta de Lincoln, que había sido cerrada temporalmente. La base de la creación fue el chasis del nuevo Ford 1932, sobre la que crearon esa carrocería creada a mano por especialistas en fabricar aviones. Cuentan que costó varias semanas dar forma a la elegante zaga, con forma de cola de barco.
Los carenados de las ruedas se obtienen directamente de un avión, el Ford Trimotor, una medida que ahorró tiempo y que le quedó al coche como un guante tras unas ligeras modificaciones. Edsel quería algo “largo, bajo y desenfadado” y esos guardabarros alargaban visualmente la corta distancia entre ejes del chasis que tenían entre manos, al igual que la zaga. Los paneles de la carrocería fueron martillados a mano, a partir de chapa de aluminio, material empleado en las llantas.
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