De aguas residuales a combustible alternativo
En 2015 la Unión Europea demandó a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por el reiterado incumplimiento de las directivas sobre depuración de aguas residuales urbanas: en concreto tiene abiertos cuatro expedientes por la falta de depuración de aguas residuales.
Puede parecer poco, pero afecta a unos 800 núcleos de población repartidos por todo el país, según informa El País. Hace poco también veíamos en los principales medios al horrible “monstruo de las toallitas”, fruto de nuestra total despreocupación por el medio ambiente. ¿Y si hubiera una forma de convertir estas aguas fecales en biocombustibles en cuestión de minutos?
Una vez más la ciencia nos responde de manera positiva: sí hay una forma. El departamento de Energía del Pacific Northwest National Laboratory (PNNL), en Estados Unidos, ha encontrado un modo de producir potencialmente 30 millones de barriles de biocombustible al año con los 128 mil millones (¡!) de aguas residuales que los norteamericanos producen cada día. ¿Cómo? Con licuefacción hidrotermal, es decir, una técnica que imita las condiciones geológicas que se producen en la Tierra para crear el petróleo crudo. Aplicando altas temperaturas y presión se consigue acelerar un proceso que naturalmente tarda millones de años (se consigue en sólo minutos).
La composición resultante incluye agua y oxígeno, y es un material muy similar al petróleo crudo. Puede ser refinado como crudo para producir combustible. El PNNL estima que una sola persona pueden producir suficientes deshechos para producir 11 litros de biocombustible cada año. Los investigadores creen que se trata de un proceso muy escalable y que aporta una solución sostenible al problema de consumo masivo que padecemos.
La planta piloto para convertir aguas residuales en biocombustible estará lista en 2018, junto con las empresas Genifuel y Metro Vancouver.
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